Casco Histórico de Santiago
El corazón de Santiago
Es el núcleo urbano de la capital y en sus calles se conjuga la cultura, el turismo y la vida de cotidiana de quienes lo transitan. Sus edificios y monumentos han sido testigos de eventos importantes de la historia colonial y republicana del país.
El centro histórico de Santiago tiene vida propia, es diverso y conjuga múltiples culturas, épocas y tradiciones. Caminando por sus ajetreadas calles y paseos peatonales vale la pena levantar la mirada y contemplar la diversidad de épocas y estilos arquitectónicos que esconden sus edificios.
Desde la fundación de Santiago del Nuevo Extremo, el 12 de febrero de 1541, la Plaza de Armas fue el núcleo social, religioso, político y militar de la incipiente comunidad santiaguina.
Para el diseño de las calles, Pedro de Gamboa siguió la norma colonial del plano damero, el cual tenía la forma de un tablero de ajedrez donde cada manzana estaba dividida en cuatro solares. En el centro se construyó la Plaza Mayor lugar donde se emplazaría la Catedral, la cárcel y la casa del Gobernador. En total se construyeron ocho cuadras de norte a sur y diez de oriente a poniente, y cada solar fue entregado a un conquistador para establecer su vivienda.
En un principio las construcciones fueron simples, elaboradas únicamente con madera y paja. Pero luego del ataque indígena que destruyó por completo la ciudad, se edificaron construcciones más firmes con materiales como el adobe, las tejas y quinchas (ramas cubiertas de barro). Para protegerse aún más de los ataques, las viviendas de los primeros santiaguinos se construyeron al interior de los solares, los cuales estaban rodeados de gruesos muros de adobes.
Aprovechando el desnivel del valle, en medio las calles se construyeron acequias que atravesaban los solares y servían como sistema de regadío y aseo. Este sistema recorría la ciudad, partiendo de un canal desprendido del Río Mapocho a la altura del cerro Santa lucía, con desagüe al poniente del río.
Cuando Pedro de Valdivia murió en la batalla de Tucapel, el 26 de diciembre de 1553, su solar se dividió en la residencia del gobernador (actual Correo Central), la Real Audiencia (Museo Histórico Nacional) y el Cabildo Colonial (Municipalidad de Santiago), lo que transformó la cara de la Plaza Mayor.
Durante la Colonia, Santiago del Nuevo Extremo creció y se consolidó como ciudad. La frontera indígena se fue trasladando al sur, por lo que la vida cotidiana de los santiaguinos se desarrollaba con normalidad y estaba fuera de peligro. La Plaza de Armas tenía lugar para los actos de importancia política, social y económica. En materia religiosa estaban las grandes procesiones, especialmente el Corpus Cristi y Semana Santa, así como las conmemoraciones de triunfos guerreros, o los matrimonios y nacimientos de los miembros de la corona española.
Una de las fiesta más importantes eran las del apóstol de Santiago, patrono de la ciudad, la cual se hacía con un paseo del real estandarte, juegos de cañas y sortijas y también corridas de toros, para lo cual se cerraban las entradas a la Plaza Mayor o Plaza de Armas con púas de madera.
En el siglo XVIII se llevaron a cabo varias obras que modernizaron la cara del centro histórico. En 1780 el arquitecto italiano Joaquín Toesca se encargó de diseñar y construir una serie de importantes edificios, entre ellos la Casa de Moneda, Los Tajamares del Mapocho, el cabildo, la cárcel de Santiago, además de caminos e iglesias en provincias.
La Independencia de Chile fue un impulso arquitectónico a la ciudad. La elite santiaguina, que miraba los patrones europeos con el foco puesto en París, quiso deshacerse de sus vestiduras coloniales y comenzar a construir edificios más modernos de estilo neoclásico.
En algunos edificios sobreviven algunos oficios de antaño -y en extinción- como el de los ascensoristas.
En la Plaza de Armas puedes jugar ajedrez o dejarte retratar por algún pintor callejero.
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